[Pb]

miércoles, 9 de abril de 2008


Que para hundirte no necesite refulgir
es una constante de los sabios de los besos
y no hay provecho en reflotar las almas
destinadas a la draga a fuerza de dientes
de lúbricos lechos abisales, que los hay

Ha sabido descansar agazapado
en congojas acorazadas que se ciernen
como una profundidad que se proyecta
detrás del hombro y el mimetismo
que provee el suave veneno del futuro
no se ve ni se percibe con los labios

Las manos son ahora grandes ciegos
conquistados grandilocuentemente
por gitanos de los sueños, grises,
es que en un síncope nace una piedra

0 comentarios: