Aquello que se cayó y rompió

domingo, 23 de noviembre de 2008

Lo dejé caer sobre la acera
se ha quebrado en mil tristezas, en un Do
no fue que quise que suceda de ese modo
es que mis manos han partido tras el sol

Manos migratorias, quién espera que sostenga
el frío entre las manos, alma mía
no espero grandes obras, es verano
llueve el sol en otras costas, corazón

Cae y vuelve a caer, se está quebrando
mil veces a la sombra del farol
el sol se fue a buscar mis manos
y mis manos salieron a buscar al sol

El secreto

Callabas hoy, adentrado en tu misterio
huían de tus costas los pájaros azules
clavel cerrado, autofagia del perfume
vez primera de tus ojos vueltos negros

Qué placer te guardan cerezas esquivas
si tus mañanas son veranos malheridos
todo es un círculo vuelto hacia el silencio
el eco de tu voz frutada, una quimera

Por eso callas: si tuvieras esa magia
deshacedora del maleficio de los hilos
que te anudan las palabras a los labios
se destejerían tal vez sobre los míos

Una pregunta

Saber es una necesidad titánica
que nunca llega a los bordes brunos
consciente de su alcance cárdeno,
aún con los ojos prolongados al cielo,
se nos queman las manos al vivir

Qué huidiza la sonrisa guiñada de soslayo
cuando clarea, qué difícil, si supiera
que se cubre vergonzosa al frente nuestro
cada vez que sopla al sol, desesperada

Condición de acción, verbo inconcluso
caricia que se va, beso ligero
el viento apura el paso y, escondida
la pregunta en las hilachas de la luz
se nos pierde entre las manos, amor mío

Creer

jueves, 20 de noviembre de 2008

Creo en la despenalización del amor
en la abolición del ornamento
para decirte campos enteros
-una explosión de margaritas en la boca-
y llevarme las manos, oliendo a tus cabellos
como un mapa, al viaje de ser tierra

Trino en un auto de amor

No soy partidario del revisionismo
mi virtud de negarme a enmendar los besos
proferidos con tezón de hereje confeso
me antecede en todas las reuniones
que se llevan a cabo arriba del mar

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El niño se mira, entre el cielo y la luna
equidistante a todos sus dolores
sólidos sus labios y entrañas de hambre
de hombre manifiesto en la precocidad
de sus jardines bebidos de verano

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Impertérritos testigos aguardan
a verse formar mil espejos para ser
en el sitio donde fueron, el camino,
fulgoroso puente alzado en la taza de D's
leche caliente, vaho y sueño benevolente
con mis manos frías que no quieren darse
el gusto de enmendar los sueños

La medida de mi gozo

martes, 18 de noviembre de 2008

Relatado vaticinalmente, premonitoriamente, llegó a mí y prometí entregártelo también porque dueños somos ambos de aquello que se escribe sobre nosotros, aún antes de nosotros mismos.


"Paseo de noche. Hemos hallado en una calle escondida del cielo por ramajes graves y densos. Ahora el cielo no existe; se ha arrollado como una alfombra, y ha quedado desnudo el entarimado del espacio por donde los mundos caminan -sociedad elegante- con lentitud, con silencio, con fastidio. Ahora te amo como nunca te he amado, verdaderamente, dolorosamente, no sé cómo... A andar por esta calle que nos devuelve los pasos y las voces como una gruta... (...)Por un momento, nosotros sonamos, vibramos en esta zona de noche como todas las cosas -ventana, ventanas, ventanas... Ahora yo puedo ser un héroe con el pecho convexo y ensangrentado. Si ahora te raptara yo, tú me arrancarías mechones de cabellos y clamarías a las cosas indiferentes. Tú no lo harás. Yo no te raptaré por nada del mundo. Te necesito para ir a tu lado deseando raptarte. ¡Ay del que realiza su deseo! El mar canta lejano como un coro que se acerca en la ópera. De pronto susurra en mis orejas como un vaso de soda que pierde su gas. Un piano es toda la noche pena antigua, cursi, a cuatro manos... Ahora te digo mi sentimiento:

-Yo te amo porque tú no me amas. Tu pequeñez me orienta la esperanza en la búsqueda de la dicha. Si tú crecieras como los árboles, yo no sabría qué desear. Tú eres la medida de mi gozo. Tú eres la medida de mi deseo. Detrás de todas las muertes, está el júbilo de reencontrarte en los paraísos terrenales.

Amor, cosa pequeña que no crece nunca... Si un lucero cayera, tú lo recogerías, y te quemarías las manos. Mi amor no ha caído del cielo, y por eso no lo recoges.(...) Tú ríes, y tu risa me reconcilia con la noche.

-¿Por qué no me amas? Sencillamente me abandonas al viento que pasa, y la hoja que cae y el farol que alumbra, como si al perderme nada perdieras. Y mi amor en esta hora es lo único que te es atento. Ahora nada inquietas sino mi amor que te sigue como tu sombra, queriendo verte los ojos. Ámame, aunque mañana, al despertar, ya no me recuerdes. Ámame, la hora te lo exige. ¡Ay de quien no obedece al tiempo!

Más allá de la noche, la aurora de la mañana con sus olores y sus colores. Más allá de la noche, el canto de los pájaros madura en lo futuro como las frutas en los árboles. Mas allá de la noche, tus pensamientos escogen realidades para encarnarse. Y mi amor te sigue por la noche sin cielo de esta calle, como la memoria de un perro tuyo que hubiera muerto."

-La casa de cartón, Martín Adán (1928)

Al volver de volar su alma

domingo, 9 de noviembre de 2008

Pegada hacia sus bordes ella dormía
tan tranquila, la mañana le alumbró
y despejándose los cielos obsidianos
se hizo de milagros, salió a continuar

Cabalgatas en lomos de las nubes
se hacen cortas las mañanas al andar
repartiendo las bolsas de colores
al filo de las doce que empieza él a pensar

Que se acaba el mundo en sus ojos
y sin embargo, ella atenta
no deja ni un momento de seguirle
desde el cielo con la risa

Saber que es parte de la compleja
ecuación del uno y uno dos
no es lo suyo, se contenta
con saber que no la tiene pero está

Tan lejana su corona y tan adentro
de sus ojos la lleva para el sofá
como un vaso, que mengúa por la tarde
el dolor que se convierte en sueño estival

Y ya dormido, nunca sabe que a la noche
su piel es playa, y en el reflejo largo de la luna
ella, que es ángel, se guía de su brillo
para amerizar en su sueño, que es su hogar

Jirón del alma

lunes, 3 de noviembre de 2008

La entrada llevaba puerta truncada
y detrás, al abrir, el nombre tuyo
paseando por los jirones
vestido de manto largo y tilde

Nunca olvidé todas tus galas
el porte dado por un penacho enhiesto
jironeándome las esquinas del alma

Te repetiré -nunca es mucho- de mi memoria
que te viste de sombrero a toda hora
más allá de las hojas amarradas con candados
donde huele a que afuera sucede lo que adentro
de todos mis secretos, pasajeros de la luna en las ventanas

Abajo

Transportado a tus instantes más silentes
me concibo nuevamente el de otros días
muy al papel, muy a la tiza
sin la risa que me mueve las corrientes
debajo del puente, debajo del cielo.

Así, siendo verano la moneda
ya son pasos que nos juegan
los valores imprecisos, no sabemos
lo que vale ninguna de nuestras sonrisas.

Claraboya

Altas nos quedan las profecías
altas y lejanas, como papeles suspendidos,
son risas que descienden por la soguilla tensa
manchando las marquesinas,
que ni en los saltos consigo arrancar el vicio
del aire que se ha detenido a contemplar
-ave tiesa, adorno de buhardilla-
todo vano emprendimiento por ser caballero
de tus empresas que se me hacen altas como el sol.