Invariable

domingo, 21 de diciembre de 2008

Antes de gustarme, te quería.
Antes quería quererte.
Antes de aquello, quería querer quererte.

Al inicio éramos
el verbo,
sentados en un jardincito viendo las estrellas.

Vanguardia

El amor y la vanguardia
juntos
acortan los trechos
suavizan y le dan color humano
a los labios más plásticos del mundo

Principio

La plenitud, en estos casos
nunca es cúlmine,
no es menos corazón de granadina
por no mirarlo alzarse igual,
volar hasta un conmigo.

Es un principio
la plenitud, el hito
enclavado al abrirse la meseta
donde, bajo esta brisa
la madeja se desteje.

Lo que escribes

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Me gusta mucho lo que escribes
(no he leído nada tuyo, en realidad).

Me gusta lo que escribes en mis ojos.

La ovejita de mamá

SIento que me inventas hasta arriba
LA llenura placentera de tu gracia
SÓLo así te tengo indivisible de mi canto que no cae, pues
LA felicidad es una quimera deliciosa.
SIn embargo, promesa no cumplida como es ésta
SIempre queda como potencia del vacío
SÍndróme de alturas imaginarias,
LÁstima cuajada en la piel de los duraznos,
LA espera que se hace corta como en mantra.
LAnguidecen mis carnes mas heme aquí, derecho
SIlbando tu nombre por la noche
SIn bordes que me traguen, no me duele
SI la espera guarda ese dulzor de lo que anhelo.

SÍncopes me enfrían el corazón ahora,
LA vejez del alma es infinitas veces mútiplo de aquello
SÓLo si te escondes en tu ausencia.
LA noche se hace misterio todas las noches:
SI es una muerte que gusta de jugar,
SI es una esperanza que se burla de mi juventud,
SIlencio tal vez, mi alma se ha querido vestir de sordera.
LA mañana también es promesa ¿Ves?
LA cancioncilla resuena en las paredes de mi encierro autoimpuesto
SIn quererlo, todos estos días me han convertido en un niño,
LA mañana en mañana, las penas proscritas, ha salido el
SOL.

Miles de fronteras

Acabo de desvirgar un libro esta noche.
Su juventud tibia y torpe se estremece entre mis manos,
quiere juegos, quere que resbale en sus bordes obsidianos,
pero así, con los ojos sepulcrales ya no creo en esos juegos.
Lo he dejado, lo sé, no parece llorar porque no lo veo,
tal vez en silencio es que se lame los símiles,
todos sus gruñidos silenciosos, sus gritos
que tienen condición de agónica garganta,
la ficticia resemblanza de quejidos 
que no soy capaz de comprender.
Lamento no verte así, por estar recostado
contándome otras noches no tan novicias,
menos poéticas, pensando en mi temor a los caballos,
amor a las crines que me arrancan la música.

He ahora convertídome en prosa,
he viajado a su lado, distante costado,
abismo acortado por mis tobillos bajo sus acantilados.
El verso vuelto azul y espumoso, marino,
me toca pero he volteado a verte:
Ya desvirgado el libro ¡Qué más da!
No es nadie sino yo, amarilleado, renegreado,
digerido por la historia y repetido en pensamientos
que tal vez terminen por regresar a tus fronteras,
miles de fronteras y una sóla, por definición:
Mira el cuenco que contiene las lágrimas,
redondo; todos mis confines, una línea inacabable
que guarda todo ese dolor,
no hay fines que se adviertan en ti ni en nadie,
todo es parte de un reposo circular que me sosiega.

Dejémonos de adornos, se ha ahogado ya el poema.
Ahora puedo pretender verte entero e infinito,
cosa constelada, nada indescriptible, no te sé
más que por aquello que susurran tus adentros
medio entre mentiras, jugando a la infidencia
-pero me basta con conocer lo que no te veo
para acariciar la silueta que compone-.
Los edificios se empinan, los cristales devuelven un brillo
cómplice, aturdidor como policías de lo herético
que sería el intento de nombrar ese silencio
que queda frente a mí todas las noches.

Taciturno me mastico los dolores con gustoso masoquismo,
imagino que te observo entre todo lo que me lo impide,
no sea que al momento de rozarte me convierta
en ese algo invisible que he venido siendo desde el principio,
me hunda en la escudilla amarillenta de las letras,
de las lágrimas y de los libros vestálicos,
en el círculo infinito de aquellas una historia
y, vuelto en mí, en lo que vengo siendo, te pierda para siempre.

Re

Revira ese barco, ven aquí
acabo de convertirme en un puerto soleado

Remece los montes de la frontera
con tu voz de caldera que se impregna en mis terrenos

Renace en los cielos las aves
despréndelas de los árboles, maduras

Remueve el mundo en esa nota
en un Re eterno, indisoluble de nosotros

Carmesí

martes, 16 de diciembre de 2008

"Yo pensaba que si me encontraba contigo tenía que ser en un lugar maravilloso" -Yasunari Kawabata

Era todo grana, un esputo del corazón
era triste y tanto rojo como pudo vestirse el crepúsculo
tu risa, teñida de manzanas maduras, era insinuación
mas no entendía la forma -nunca pude hacerlo-
aunque en las noches uno no ama con los ojos

Si en las joyas recordara tu capricho silencioso
que maquina todos mis versos serpentinos (nunca soy yo)
cuánto habría sabido, escapando de tus labios
que sino el hierro caliente jamás musitaron
de tus secretos que se tornaron como luna
infecciosa siempre, cuando se mofa de mis hojas

Rojo fuiste, rojo todo, un silencio
abismal en todas sus aristas
nunca se te clarearán los hilos
pero amo tus senderos cárdenos
con los que llora todo el pueblo.

Crisantemos en los ojos

Incesantemente volteo la mirada, me regreso mil veces sobre los pasos que han andado mis ojos, una y otra vez. Las huellas que dejan las miradas nunca se parecen, siempre dan la impresión de ir y de volver, como si el mar fuera una historia que se regocija en besar y, elegantemente, desparecer dejando espuma -coqueta espuma- cubriéndole las espaldas desnudas de amante que esconde sus pecados en el momento exacto, en un guiño.

Los ojos son crisantemos que se abren de fauces al sol: quieren mascar todo su resplandor y vivir para sí, aunque el mundo quede oscurísimo. Pequeños crisantemos, livianos y erguidos, tratando de comerse a un rey. Mis ojos hoy se convierten en ellos, batallando por engullir luz.

Pasan por las calles unos seres, de aquellos sobre los que uno ha perdido la potestad de llamarlos por su nombre. Un nombre es un lazo gigante y un cascabel al cuello. Poderoso es quien tensa el lazo invisible sobre los cuellos de aquellos que transitan. Hoy los cascabeles no suenan, aquel bramante hato es estampa en la repisa. Ahora, con las manos vacías, el aire se escurre en el tirón que por reflejo uno realiza al ver escaparse hasta las sombras.

Ni en cuentos la soledad ha sonreído en tantos rostros que huyeron flotando por sobre las baldosas, con sinuosidad casi ensayada de antemano, sabiendo desde siempre que los cafés son tan sólo excusas de un timado cazador de historias dichosas para salir decidido a cazar al sol con dos crisantemos en los ojos.

Carne viva

Durmiendo sobre una cama de púas
soñé contigo
repentinamente rompí el equilibrio

Tú, el amor y Balzac

Soy consciente de tu negativa, e igual te hablo como si fueras el receptáculo designado por D'os para tanto fervor. Aún más devocional aquello que te digo es, que lo que sentía Eugenia Grandet por su primo en extramares mientras él, de piel curtida y corazón magro, andaba desencontrando amor en mulatas que lo miraban con rostros seráficos allá por costas americanas. Supongo que mi historia camina ese mismo trecho, así es que me dedicaré a aprender a tejer y llevar las cuentas.

Ah, el papá Grandet! de haber sabido que era él también padre mío, habría vendido mi peine de plata, para no recordarte a ti siempre mil letras por detrás mío en la historia. Los libros siempre tienen razón, supongo que hoy los cerezos me contarán una historia que me jironée en lienzos serriformes el alma.

Agua en binario

lunes, 15 de diciembre de 2008

Los operarios insomnes agitan ramitas
esperando convertirse en milagros

En una caja gigantea nos han reconstruido
todo el mundo por pedazos, sinfónica plumbibruna
tan cuadrada, tan vacía, tan sonora

Relicarios que albergan nuevas religiones
multiplican sus silicios ardientes hasta el cielo
y creemos, a pie juntillas, sin dudarlo,
que la matemagia redonda es un cuadro divino

El ombligo

Para empezar, todos los demonios nacen sin ombligo
qué ficticios son, pues, aquellos no nacidos
todo nace del ombligo, hasta los cascajos
muestran con orgullo sendas muestras de paridos
más que un rótulo, un testigo es un nudo
rúbrica perenne, sin querer... ¿D'os ha errado el tiro?

Así es que, ausentadas las carnes, los polvillos
ese espacio que es llenura, dominado por lo sacro
es volumen negativo pero un beso -nos diremos-
como el nuestro, mas de D'os, al mirarnos el ombligo

Dos veranos

viernes, 12 de diciembre de 2008

Aún desde el medio de ese sol tan litoral
donde rumias las palabras que te lego
se arrastra la sal lentamente al tajamar,
igual a la que baja del viento de distancia
hasta conmigo, en univitelinos paisajes
anidados en el vientre de este cielo

Al vernos, de mielgos mares hace una sola espera,
allá arriba, ese ser de ojos disociados
en sus iris suaves nos hace yacer en la orilla
con una sonrisa indivisible hecha de ambos:
Suma celeste en los veranos que se encuentran