El otro lado

martes, 8 de abril de 2008


Como un justo desagravio
a tus recovecos insondables
prescindiré de mi omnisciencia
ante tu aroma de verdad
y con brillante taumaturgia
me volveré ruin objeto de mi verbo

He caído de tez frente a tu vientre
tal vez un día más como un placebo
regurgitando amores planos, amarillos
para luego desvanecerme entre silencios

Y no monté guardia por tus orillas
te remilgaba los jirones de los sueños
quién tan malvado, te deshacía
todos los amaneceres venideros

Al irme, incluso, te sepulté bajo una promesa
todos aquellos sueños sempiternos
para viajar a los confines del absurdo conocer
de los magros sinsabores de la lejanía

Me quemo por dentro pues, y con razón
todo fue el tánatos posado en árboles etéreos
que nos rascaban los cielos rasos con dulzura
ahora colosales mausoleos quedan, hediendo
como titanes heridos, recogidos sobre sí
nada de esos techos aguarda ya en aquellos

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