7 A.M.

martes, 16 de febrero de 2010

La murria que arrastra cada lienzo negro
siempre firmado con luz que le es ajena
envuelve mi propia caminata al cadalso
repitiéndose en un efímero ciclo farisaico

Es un cerrar de cerrojos el desteje
de todo cuanto punza en mi delirio
para volver, recién modelado, de la sombra
a caminar siendo el de ayer, viéndome nuevo

La mañana siguiente a la guerra

Al final de esta triste batalla
mientras recorres el campo
recogiendo todos tus muertos
se asoman graves los buitres
barriendo contigo el camino
diligentes se dan a la ayuda

-al menos eso pensaste-
Descienden allí por los cuerpos.