Miles de fronteras

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Acabo de desvirgar un libro esta noche.
Su juventud tibia y torpe se estremece entre mis manos,
quiere juegos, quere que resbale en sus bordes obsidianos,
pero así, con los ojos sepulcrales ya no creo en esos juegos.
Lo he dejado, lo sé, no parece llorar porque no lo veo,
tal vez en silencio es que se lame los símiles,
todos sus gruñidos silenciosos, sus gritos
que tienen condición de agónica garganta,
la ficticia resemblanza de quejidos 
que no soy capaz de comprender.
Lamento no verte así, por estar recostado
contándome otras noches no tan novicias,
menos poéticas, pensando en mi temor a los caballos,
amor a las crines que me arrancan la música.

He ahora convertídome en prosa,
he viajado a su lado, distante costado,
abismo acortado por mis tobillos bajo sus acantilados.
El verso vuelto azul y espumoso, marino,
me toca pero he volteado a verte:
Ya desvirgado el libro ¡Qué más da!
No es nadie sino yo, amarilleado, renegreado,
digerido por la historia y repetido en pensamientos
que tal vez terminen por regresar a tus fronteras,
miles de fronteras y una sóla, por definición:
Mira el cuenco que contiene las lágrimas,
redondo; todos mis confines, una línea inacabable
que guarda todo ese dolor,
no hay fines que se adviertan en ti ni en nadie,
todo es parte de un reposo circular que me sosiega.

Dejémonos de adornos, se ha ahogado ya el poema.
Ahora puedo pretender verte entero e infinito,
cosa constelada, nada indescriptible, no te sé
más que por aquello que susurran tus adentros
medio entre mentiras, jugando a la infidencia
-pero me basta con conocer lo que no te veo
para acariciar la silueta que compone-.
Los edificios se empinan, los cristales devuelven un brillo
cómplice, aturdidor como policías de lo herético
que sería el intento de nombrar ese silencio
que queda frente a mí todas las noches.

Taciturno me mastico los dolores con gustoso masoquismo,
imagino que te observo entre todo lo que me lo impide,
no sea que al momento de rozarte me convierta
en ese algo invisible que he venido siendo desde el principio,
me hunda en la escudilla amarillenta de las letras,
de las lágrimas y de los libros vestálicos,
en el círculo infinito de aquellas una historia
y, vuelto en mí, en lo que vengo siendo, te pierda para siempre.

1 comentarios:

MIK dijo...

Vaya si que fue una buena elección leer este post. Como siempre mi buen javer diversificando su pluma (aunque no es pluma sino teclado de laptop jeje) para hacernos llegar poemas detonadores del alma.
Grande Kaño! y felicidades por este nuevo formato, se ve bastante bien y me encantan las hojitas jeje. :D