Soy consciente de tu negativa, e igual te hablo como si fueras el receptáculo designado por D'os para tanto fervor. Aún más devocional aquello que te digo es, que lo que sentía Eugenia Grandet por su primo en extramares mientras él, de piel curtida y corazón magro, andaba desencontrando amor en mulatas que lo miraban con rostros seráficos allá por costas americanas. Supongo que mi historia camina ese mismo trecho, así es que me dedicaré a aprender a tejer y llevar las cuentas.
Ah, el papá Grandet! de haber sabido que era él también padre mío, habría vendido mi peine de plata, para no recordarte a ti siempre mil letras por detrás mío en la historia. Los libros siempre tienen razón, supongo que hoy los cerezos me contarán una historia que me jironée en lienzos serriformes el alma.
0 comentarios:
Publicar un comentario