para, con los filos
comerse la mañana mano por mano
El hambre es un soldado sentado
megalómano, ruido de pena
abrazo amarrado a un extravío
pero no deja de ser diente
diente y filo que crecen silvestres
como un perro arriba de su corona
Ha empezado a morderse las manos
pensando en canciones alegres
derramado encima del abismo
Perfume de yesca, dulce
pierde todos sus colores al vestirse
de puerta abierta, que se escapa
todo el diente de diamante
como un hijo de los nudos, la burla
flor que se deshoja para encontrarse
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