La medida de mi gozo

martes, 18 de noviembre de 2008

Relatado vaticinalmente, premonitoriamente, llegó a mí y prometí entregártelo también porque dueños somos ambos de aquello que se escribe sobre nosotros, aún antes de nosotros mismos.


"Paseo de noche. Hemos hallado en una calle escondida del cielo por ramajes graves y densos. Ahora el cielo no existe; se ha arrollado como una alfombra, y ha quedado desnudo el entarimado del espacio por donde los mundos caminan -sociedad elegante- con lentitud, con silencio, con fastidio. Ahora te amo como nunca te he amado, verdaderamente, dolorosamente, no sé cómo... A andar por esta calle que nos devuelve los pasos y las voces como una gruta... (...)Por un momento, nosotros sonamos, vibramos en esta zona de noche como todas las cosas -ventana, ventanas, ventanas... Ahora yo puedo ser un héroe con el pecho convexo y ensangrentado. Si ahora te raptara yo, tú me arrancarías mechones de cabellos y clamarías a las cosas indiferentes. Tú no lo harás. Yo no te raptaré por nada del mundo. Te necesito para ir a tu lado deseando raptarte. ¡Ay del que realiza su deseo! El mar canta lejano como un coro que se acerca en la ópera. De pronto susurra en mis orejas como un vaso de soda que pierde su gas. Un piano es toda la noche pena antigua, cursi, a cuatro manos... Ahora te digo mi sentimiento:

-Yo te amo porque tú no me amas. Tu pequeñez me orienta la esperanza en la búsqueda de la dicha. Si tú crecieras como los árboles, yo no sabría qué desear. Tú eres la medida de mi gozo. Tú eres la medida de mi deseo. Detrás de todas las muertes, está el júbilo de reencontrarte en los paraísos terrenales.

Amor, cosa pequeña que no crece nunca... Si un lucero cayera, tú lo recogerías, y te quemarías las manos. Mi amor no ha caído del cielo, y por eso no lo recoges.(...) Tú ríes, y tu risa me reconcilia con la noche.

-¿Por qué no me amas? Sencillamente me abandonas al viento que pasa, y la hoja que cae y el farol que alumbra, como si al perderme nada perdieras. Y mi amor en esta hora es lo único que te es atento. Ahora nada inquietas sino mi amor que te sigue como tu sombra, queriendo verte los ojos. Ámame, aunque mañana, al despertar, ya no me recuerdes. Ámame, la hora te lo exige. ¡Ay de quien no obedece al tiempo!

Más allá de la noche, la aurora de la mañana con sus olores y sus colores. Más allá de la noche, el canto de los pájaros madura en lo futuro como las frutas en los árboles. Mas allá de la noche, tus pensamientos escogen realidades para encarnarse. Y mi amor te sigue por la noche sin cielo de esta calle, como la memoria de un perro tuyo que hubiera muerto."

-La casa de cartón, Martín Adán (1928)

1 comentarios:

MIK dijo...

Ah caray!!! Que bonito le salió el intro javer!!. Excelente Martín Adán :D.