Se deshace en una clavinova
loca, psicodélica
no estaba dispuesta a las sales,
la turbia mordaza,
y en una felicidad gigante
un mounstro sonriente
se cuela en las piedras
La flor que se creyó arlequín
se come y se vive
pero si tanto insiste
la dejo saberse toda
para sí
para cuidar la guarida
de todos los arpegios con melena
que agrupan estas cosas
sin el menor sentido
de mañanas que chocan
se revuelven y caen
Tumba de música
martes, 24 de junio de 2008
Escrito por @KNO_Z a las 11:09 p. m.
Tags> poema
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