El estanque

lunes, 16 de junio de 2008

Que traigan mil kamikazes
a volarme ese milagro ensortijado
que se trepa, madreselva,
y no podrán volar ningún futuro

Se abre y se revela ante los hombres
divagantes en su búsqueda sin tiempo
tanto evangelio que restañe
mientras borra la sangre dulce de la luna

Y ahora que refulge
escuchas mi voz desde la ciénaga
-cada vez más cerca-
que en esos idiomas
llaman al hogar, hogar de mi sordera
todas esas cosas
que se pintan de locura
cada vez que emerges
de las aguas siempre tiernas

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