El cuarto de adentro

miércoles, 14 de septiembre de 2011


Descubrí al caerse súbitamente el peso de la luz
que al mover tu efigie he pisado sin querer
cómo no parecían más que miembros vacíos
y dejo convencerme por con su cuerpo liviano
de poder sacarte en mil piezas del cuarto de adentro

Pero al mover cada parte que pegamos con el cielo
parece que cediera y se quebrase la pared
se hace grieta honda y se desgaja la carne
grita porque cuando no mirábamos había cobrado vida
como todas las efigies al soplárseles el alma

Retumba el cuarto de adentro porque no quiere salir
la oda hecha a tu estancia cuyo brillo escapa de mis pasos
huele aterrada el hedor del destino inevitable que se asoma
proveniente de mis manos manchadas de culpa primigenia
y la dejo descansar entera mientras llora junto a la pared

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